VLADIMIR. No se puede hacer nada.
ESTRAGÓN. Es inútil esforzarse.
VLADIMIR. Uno sigue siendo lo que es.
ESTRAGÓN. Por mucho que se retuerza.
VLADIMIR. El fondo no cambia.
Es 2010, año mundialista. Es junio, mes mundialista. Tenemos todo un mes de fútbol soccer delante de nosotros; ¿cómo hemos de sobrevivir a él? He estado reflexionando al respecto y he llegado a las siguientes conclusiones al respecto:
Para responder a la pregunta dicha tenemos por lo menos dos opciones, una si nos gusta el fútbol; otra si no nos gusta. Si no nos gusta tal deporte, de entrada, tendremos que asumir que gran parte de los comentarios que se hagan en conversaciones con personas que sí les gusta el fútbol (que, me atrevo a decir, son la mayoría de las personas, de una manera u otra) tendrán que ver ya con los juegos pasados, ya con los que estuvieren por venir, y que toda la mañana hasta las dos y media aproximadamente no podremos encontrar a nadie para conversar a menos que haya algún televisor cerca con los partidos sintonizados.[1] Así las cosas, tendremos que optar una de dos alternativas, o, por un lado, decidimos sostener conversaciones, a pesar del ambiente mundialista y futbolero, esperando que lleguen a buen fin, o bien decidimos no hacerlo. Bien podemos renunciar a todo contacto con gente futbolera durante este mes y refugiarnos en nuestra mente individual, en la inmensidad del afuera o en donde se nos pegue la gana. Con suerte, encontraremos a alguna otra de esas personas que tampoco se han contagiado de la fiebre futbolera y no encuentran mayor interés en la disputa por la Copa del mundo, y podremos pasar este mes en su compañía. Cualquiera de las dos alternativas mencionadas, seguramente permitirán a quien no guste del fútbol sobrevivir el período del 11 de junio al 11 de julio y continuar con su vida tranquilamente.
Ahora bien, si es el caso que sí nos gusta el fútbol y el mes que sigue viviremos al máximo el torneo, como cada cuatro años lo hacemos, siendo testigos de confrontaciones deportivas entre las mejores selecciones de todo el mundo,[2] en lo que a fútbol se refiere, también tenemos dos opciones para sobrevivir: una si tenemos un equipo favorito y otra si no es así. Si no tenemos equipo favorito, entonces encontraremos la supervivencia disfrutando el mundial lo más que podamos, coreando los goles, reconociendo el buen juego ofrecido por los equipos y los jugadores (cualesquiera que sean), y compartiendo con los otros entusiastas del fútbol el mejor mes del año.
Si resulta que sí tenemos equipo favorito, en lo general, disfrutaremos de las victorias y aciertos de éste y sufriremos sus derrotas y equivocaciones; así como nos molestaremos con los árbitros, cuando consideremos que marcan o no marcan algo a favor o en contra de nuestra escuadra, y con los técnicos, por no hacer los cambios pertinentes u obvios en los momentos adecuados.[3] Viviremos al filo de la butaca los partidos que involucren a nuestro favorito hasta la ronda que llegue. Eso, reitero, en lo general. En cuanto a lo particular, se me ocurren dos opciones por lo menos: una si nuestro equipo favorito es la selección mexicana y otra si no lo es. Si no lo es, me permito suponer que nuestro favorito es alguna de las selecciones que siempre son candidatos a ganar el título del mundo (Holanda, España, Inglaterra, Brasil, Alemania, Italia), en cuyo caso, anticipo que sobreviviremos disfrutando del buen fútbol de esos equipos, y tal vez haciendo uno que otro berrinche, en caso de eliminación de nuestro equipo. Si le vamos a la selección que resultare campeona, sobreviviremos un mes bastante feliz. Si llega a ser el caso, que no le vamos a México, ni a ninguna de las selecciones favoritas para ganar el título, y somos mexicanos,[4] sobreviviremos de manera muy semejante a los ya mencionados, pues será fácil aceptar cuando el equipo al que le vayamos sea eliminado de la justa.
En cuanto a aquellos cuya selección favorita sí es la mexicana, la mejor selección de nuestro país en la historia, a decir de muchos, entonces también tienen dos opciones, por lo menos: una si México pasa a la segunda ronda y otra si no lo hace. Dicho sea de paso, y antes de continuar, que estoy en desacuerdo con eso de que la actual sea la mejor selección de nuestro país de la historia, pues me parece que tanto la que asistió a la copa de Estados Unidos 1994 como la que fue a la de Francia 1998 eran mejores, tanto hombre por hombre como en conjunto.[5]
Regresando al tema, si México pasa a la segunda ronda, seguro sobreviviremos el mes mundialista felices y satisfechos por la constancia de que nuestro equipo mantiene (o supera) el propio nivel demostrado desde 1994, por lo menos hasta que el representativo tricolor sea eliminado. Si es este último el caso, entonces depende de quién sea el que lo elimine (y esto sin importar la ronda en la que sea), pues si, por azares del destino llegase la eliminación frente a Estados Unidos, Argentina o Costa de Marfil, dirigida esta última por el otrora director técnico de la selección mexicana Sven Goran Erickson, no me quiero ni imaginar cuál sería la reacción de los compatriotas, tanto los de los medios de comunicación como los aficionados comunes y corrientes. Si ese fuera el caso, seguro que la frustración y el enojo serían mayúsculos. Alguien sería crucificado por los discursos de todos, ya sea el árbitro, el juez de línea, el autor del gol o los goles de aquellas selecciones, algún jugador mexicano traidor, o bien el director técnico nacional (lo cual sería muy gracioso, teniendo en mente el grado de popularidad que a la fecha ha alcanzado en nuestro país). Eso, honestamente, sería muy gracioso de ver a algún observador ajeno al fútbol o a la selección mexicana. Dios mediante, eso no va a pasar. ¡No puede pasar! Si quien elimine a la selección mexicana no es ninguna de las tres mencionadas, tal vez pase lo que siempre pasa: “jugamos como nunca”, “merecíamos más”, “ya será en cuatro años”, etc. El trago amargo pasará fácilmente y comenzará la especulación para el siguiente mundial. Que si le toca al “Chepo” de la Torre, que si hay que convencer a Aguirre, que si los jugadores, que si lo que sea.
Si llega a suceder, y eso me parece bastante probable después del partido de ayer, que México no pasa a la segunda ronda, podemos decir que fue culpa de la FIFA que, por favorecer al equipo local, dejó la disputa entre Francia, Uruguay y México por un solo boleto, lo cual lo hizo muy difícil, incluso para nuestra gran selección. Si Sudáfrica tampoco pasa, será más difícil hallar explicaciones, pero los encontraremos sin duda. Las disculpas serán muchas. Sabremos que éramos mejores, pero que no se dieron las circunstancias, y nos dedicaremos a ver quien se gana la copa, aunque ya nos dará lo mismo. Asumiremos la postura de cualquiera de los que desde el principio no le iban a México, o bien apagaremos la televisión enfadados. Por cierto que la TV estará apagada por breve tiempo, pues un mundial es un mundial, y pese a todo, no dejaremos la oportunidad de ver los mejores partidos de la copa, como buenos aficionados al fútbol que somos. Lo mismo de siempre.
Esas son, según veo yo, las alternativas que tenemos para sobrevivir el mes mundialista. Si no están de acuerdo o se les ocurren otras opciones, estoy abierto a escucharlas o leerlas y conversar al respecto.
[1] Dado que el martes, o el jueves a más tardar, llega a su término la serie final de la NBA entre los Lakers de Los Ángeles y los Celtics de Boston, no hago distinción entre quienes se refugian en los partidos de basketball y los que no. Si no fuera así, quizás no sería fútil hacer la diferenciación que aquí no haré.
[2] Nótese que digo “mejores selecciones del mundo”, y no se vaya a tomar este genitivo en el sentido de que son las X mejores dentro de un ranking mundial, sino de que son las no más de seis mejores de cada confederación regional. Si no fuese así, habría casi puras selecciones europeas, con dos o tres americanas y ya, pero gran parte del negocio se perdería, pues se estaría convirtiendo en un torneo elitista (tal cual se descubre que es cuando uno revisa quiénes llegan a las semifinales).
[3] Basta recordar el caso de Miguel Mejía Barón y Hugo Sánchez en el mundial de Estados Unidos ´94, o el de Javier Aguirre, en Corea-Japón 2002, cuando sacó del campo a “Ramoncito” Morales en el decisivo partido contra la selección de Estados Unidos.
[4] Pues me parece que el sentimiento que tienen los extranjeros por las selecciones que representan a sus países, pero para nosotros son extranjeras, ha de ser diferente, más semejante al caso de los mexicanos que sí le van a México.
[5] Baste mencionar que, a mi parecer, ni “el Chicharito” Hernández ni el “el Guille” Franco se comparan con Luis García, Luis Hernández, Hugo Sánchez, Ricardo Peláez, Carlos Hermosillo o Francisco Palencia, en el caso de los delanteros; y en la actualidad ninguno de los defensas centrales convocados por Aguirre es tan bueno como lo fue “el Emperador” Claudio Suárez, pues, creo recordar, Rafa Márquez está siendo habilitado de contención y no de central.