No estoy de acuerdo con lo que dice La cigarra respecto de la fiesta. Y no lo estoy porque creo que parte de una noción equivocada de las fiestas. Quizás de una experiencia cotidiana, de una experiencia que asume que ya sabe lo una fiesta es, por cierto, pero lo hace desde una posición muy reducida y parcial (me atrevería a decir, inclusive, vulgar). Me explico. Desde su primera afirmación, nos dice que el fin último de las fiestas es divertirse, lo cual va en contra de lo que dijo al principio de la primera frase. “Las fiestas son reuniones sociales que se hacen con el afán de celebrar un acontecimiento de cierta importancia…” A continuación agrega que algunas veces se hacen sin motivo específico y culmina esta oración con lo ya mencionado de la diversión. Divertir, o divertirse, según el diccionario de nuestra lengua, significa entretener, recrear, apartar, desviar o alejar; y celebrar quiere decir conmemorar algún acontecimiento o suceso. Es claro, entonces, que las dichas acepciones de divertir resultan algo más alejadas de la conmemoración de algún acontecimiento o evento, pues en el entretenimiento, el recreo, el alejamiento, apartamiento o desviación, lo que se busca mayormente es olvidar, ¿olvidar qué? Olvidar precisamente nuestra cotidianidad inmersa en las cosas serias e importantes, en los múltiples negocios y compromisos contractuales con los que nos vemos relacionados. ¿Cómo se puede conmemorar algo cuando lo que se busca es el olvido? Quizás, me diga alguien, el olvido de la vida cotidiana y la conmemoración de acontecimientos o sucesos no se excluyen mutuamente, pues los acontecimientos o sucesos que se celebran son los menos cotidianos de todos. Se suelen festejar en las fiestas cosas o situaciones extraordinarias e importantes para los individuos de cada caso. En ese sentido, el festejo de las fiestas sería un refuerzo del olvido de la cotidianidad, apelando a lo no-cotidiano de los acontecimientos o sucesos que se rememoran en el festejo y la celebración. Pero así, surgiría la pregunta de qué pasa con la abundancia de fiestas en nuestros días, máxime cuando, de acuerdo con otra afirmación del texto que ahora comento, fiestas son tanto las galas, los cocteles, las orgifiestas, las familiares, las pedas, las reuniones sencillas, las infantiles, las temáticas et cetera. De hecho hay quienes viven cada semana esperando impacientemente los viernes, e incluso planeándolos para asistir a alguna reunión de alguna de esas clases. De hecho, pocas son las reuniones entre personas que no se pueden entender como alguna de las clases que menciona La cigarra, a no ser las reuniones laborales, académicas o intelectuales (y eso que muchas de estas últimas, terminan con o una peda o bien una reunión sencilla). En ese sentido, y de acuerdo con las palabras de La cigarra, sería el caso de que nos la vivimos de fiesta, con lo que los festejos perderían su carácter de relativos a acontecimientos o sucesos extraordinarios o importantes, pues en donde todo es extraordinario o importante, nada lo es. Otra posibilidad es que todo lo humano sea importante, en cuyo caso, yo dudaría del carácter no-cotidiano de los acontecimientos o sucesos que se celebren.
Ahora bien, todo lo que he dicho hasta aquí prescinde del aspecto solemne con que la definición de fiesta dice que se llevan a cabo las celebraciones que son las fiestas. Y la solemnidad se debe al acontecimiento o suceso específico que se festeja en cada fiesta. Esa solemnidad, según el diccionario, es motivada porque lo celebrado en las fiestas es de carácter nacional o religioso. No quiero meterme con esos asuntos aquí, pero por lo pronto sólo diré que la gran mayoría de las fiestas a que se refiere La cigarra, galas, orgifiestas, pedas, reuniones sencillas o cocteles, no me parece que tengan mucho que ver con un motivo nacional ni religioso, sino más bien individual o grupal, lo cual quizás apunte a que los mayores motivos de festejo, celebración y fiesta, han perdido su importancia para nosotros por alguna misteriosa razón. En ese sentido, o nuestras fiestas ya no son fiestas, o lo nacional y lo religioso no son los principales motivos de festejo.
Finalmente, he de decir que en el resto del escrito de La cigarra, ella se dedica a mencionar algunos de los que a ella le parecen elementos esenciales en las fiestas, tales como la música, la comida, la bebida, la duración y la vestimenta, asuntos que sí pueden tener relación con las fiestas, incluso con las nacionales y religiosas de las que habla el diccionario, pero que, tal como se mencionan aquí, sugieren que La cigarra está partiendo de una experiencia de fiestas en donde la rememoración y celebración son lo menos importante. Lo valedero de las fiestas, y de la comida, bebida, duración, vestimenta y la música, es qué tanto placer proporcionan a los asistentes, más allá de símbolos, representaciones o cosas semejantes. Creo que las fiestas en las que está pensando La cigarra sí se ajustan a aquellas reuniones de las que tenemos experiencia y que solemos llamar con el mote “fiesta”, pero que están lejos de ser el mejor ejemplo de lo que la palabra fiesta quiere decir, en tanto celebración, rememoración, o festejo, por lo cual, su escrito no nos acercaría a lo que las fiestas son, sino que nos harían pensar que la fiesta es algo tan superficial como emborracharse para perder el sentido sin más. Reitero, no estoy de acuerdo con lo dicho por La cigarra respecto de la fiesta.