Con motivo de la próxima conmemoración del día internacional de la democracia –el 15 de septiembre– me he propuesto hablar de ella. Claro que hablar de democracia desde un país como el nuestro se presta fácilmente a lanzar siniestramente improperios, a que el autor se desgarre las vestiduras y sin más, descalifique a toda la clase política, pues los resultados es claro que no han sido los prometidos al vivir en una “República Democrática”; sólo que pretender hacer una crítica seria no es así de sencillo, puesto que democracia es mucho más que ir a pararse delante de una urna cada seis años o portar una credencial para practicar el ejercicio del voto y tampoco sería viable entenderla como aquello que los comerciales televisivos pretenden enseñarnos por tal. Democracia es toda una forma de gobierno compleja y que a lo largo de la historia ha modificado su estructura o particularidad dependiendo del pueblo en donde sea adoptada o del conjunto de personas que la practiquen. Democracia es pues, aplicada a un pueblo, el modo en que se han de vivir las relaciones –políticas, económicas, laborales, comerciales y demás– entre conciudadanos, gobernantes y conciudadanos y gobernantes.
La palabra democracia proviene del griego democratía, demos: pueblo krátos: gobierno o poder. Ésta parece tener su cuna en Atenas, en donde los hombres libres tomaban las decisiones concernientes a la polis por medio del voto. Así, la democracia ateniense parece haber comenzado con la forma de gobierno en donde el pueblo tiene una influencia importante y donde importa lo que la mayoría elige, pensando que la mayoría elegirá precisamente el beneficio para la mayoría.
Ahora bien, aceptando que la democracia es una forma de gobierno que regirá las relaciones de un grupo de personas, se tendría que, necesariamente, comenzar por seleccionar quién será ese grupo de personas; es decir, para que surja la inquietud de establecer una forma de gobierno se debe tener ya un grupo de personas que quiera ser gobernado, debe estar medianamente constituido un Estado. El Estado –término introducido con toda la significación que lleva y en un sentido más acorde al contemporáneo por Maquivelo en su texto El Príncipe, aunque el sentido que se le da en esta obra difiera de la usanza corriente del mismo– según el DRAE puede ser señalado, como la porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común. Aunque también sea entendido como la unidad política y administrativa superior, que ejerce su autoridad sobre todos los individuos de un territorio o como el llano territorio y población correspondiente a un país o nación. Todas estas definiciones de Estado más que aclarar el punto de la forma de gobierno hacia un Estado, parece oscurecerlo. Tomando el sentido en que el Estado es el constituyente territorial y poblacional de un grupo, volvemos hacia lo antedicho sobre la definición de un Estado previo a la selección de una forma de gobierno. Lo cual, aunque no me persuade del todo, implicaría ya cierta organización de una masa de personas para juntarse, acordar lengua, costumbres, territorio y posteriormente forma de gobierno. Asunto aparte.
Una vez delimitado el sentido de la democracia aplicada a un Estado y para pretender que puede ser llevada a cabo tal, hemos descubierto los mínimos requerimientos solicitados: grupo poblacional definido, territorio concreto y organización, aunque sea precaria. Así resulta más viable hablar de democracia en México sin caer en arbitrariedades ni enfados innecesarios. La posibilidad del desarrollo de una democracia debe adaptarse a lo requerimientos de la misma sin exigir menos ni más. La historia de México nos ha escupido en la cara las discrepancias entre los grupos, las luchas por lugares utópicos y desconocidos y la ignorancia padecida voluntariamente. Todos sabemos que México siempre ha sufrido de la incertidumbre territorial de acuerdo a sus porciones, cuando era esto Mesoamérica no se sabía hasta dónde abarcaba el poderío mexica tomando por tal tierras bastante alejadas y con costumbres y lenguas diferentes a las halladas al centro, luego la Nueva España abarcó parte de esos mismos terrenos y el problema se agravó pues sólo se era una colonia de España, en donde ni siquiera la visión o el idioma era similares y al hacerse esto México Independiente se abarcaban partes que ahora son EUA y Guatemala. Hasta muy recientes fechas se ha podido establecer un territorio más definido, cierto es que definido es en un sentido solamente pues nuestra nación –Estado nación– abarca terrenos tan diversos como diversa es su gente, lo cual ocupa la imposibilidad de una democracia en tanto interés de la población. Así, que tanto como determinar una nación con base en la homogeneidad de sus territorios, lenguas, costumbres y demás no creo que pueda ser algo fácilmente acuñado en el caso de México. Lo cual lleva a pensar que si tan diferentes son las cosas que parecen cifrar en esencia a un hombre cual sea, los fines que pretenderá alcanzar en una comunidad pueden variar. La democracia entonces, pensada como el gobierno que permite la intervención del pueblo para las decisiones concernientes a muchos, puede no lograr los efectos esperados o su posibilidad en el sustento de una forma de gobierno si la diversidad es una especie de prioridad antepuesta a la visión clara de las diferencias territoriales y poblacionales de sus habitantes. Por ende la organización, que supone tiene un origen en el pensamiento común de varios parecería severamente afectado por los asuntos ya señalados.
Todo esto lleva a pensar en la dificultad que sería establecer una forma de gobierno legítimamente democrática en México y que lo que tenemos por democracia se parezca más a una especie de oligarquía o, incluso tiranía en determinados momentos históricos; sin embargo una democracia representativa –lo que nos han dicho que tenemos en México– no difiere tanto de lo que es un gobierno oligárquico. Así que es bastante probable que más que democrático seamos un pueblo oligárquico. Hablar por tanto de democracia en México no sólo resulta complicado o peligroso sino, osaría alegar, prácticamente ajeno.
La cigarra
Ni mencionar los rollos que acarrea la globalización, que puedes encontrar ciudadanos viviendo en otros rumbos y capaces de votar por internet. Un voto electrónico es ejercer la democracia??
Desde dónde se ejerce la democracia desde el estado como dices, entendiéndolo como la porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias??
SOn unas cosas bien pesadas!!
Saludos!
bueno verte por aquí
¿Qué criterio podemos seguir para decir que el voto electrónico es antidemocrático?
Cómo podría afirmar que el voto electrónico es antidemocrático existiendo inclusive la doble ciudadanía, reconocida por dos naciones diferentes. Uno puede haber nacido en la república popular china y ser reconocido en EU como ciudadano con derecho a voto???
Es sumamente difícil!!
No creo yo que pueda decirte mucho…
hey, un momento, me mentiste: dijiste que no te rasgarías las vestiduras…
¡Momento! ¡no lo prometiste! entonces todo está en orden ^^
bueno, ya sin rasgaduras, enmendaduras o tachaduras ¿crees que hay problema en que vivamos en un régimen oligárquico? o qué tal que imaginamos cosas más cochinas: ¿habría problema si tuviéramos un dictador?
A veces creería que a México le hace falta uno de esos monigotes llamados dictadores. O en todo caso algo que provoque su catársis.
Un tirano que disuelva el senado y que logre cocentrar el odio acomulado por tanto tiempo, y esparcido entre las vertientes de izquierda y derecha que as u vez se divide en izquierda de pobres y de ricos y derecha tambien de pobres y ricos y que de entre lo pobres de derecha existan los que tienen su religión y su mesías y así hasta acabar en el individuo único que le vale pero que tiene tendencias de izquierda por que se lo mandaron sus papás.
Como que México necesita una catársis. Algo que saque a flote todo lo malo pero no sólo eso, que una vez que salga a flote, tengan la voluntad de ejercer la ciudadanía, ahora sí, no en las urnas como se acostumbra sino eliminando de tajo aquello que se empeña en hundirse de nuevo en la conciencia colectiva (si es que existe aquello) y que escondemos con o sin pudor cada vez que nos sorprendemos en un acto de soborno al funcionario o al policía.
Pero en fin… retórica de desvelado… no me hagan demasiado caso…
Pues podemos rascarle sin salir de la retórica: no, cuántos lados y combinaciones, sino cuál es el criterio.
Ahora que sin retórica: ¿qué problema hay en la dictadura?
¿y sobre lo del voto electrónico?
Problema 1: La aceptación de la ciudadanía de una tiranía establecida. Si el pueblo no te acepta, ni con juicios sumarios podrías hacerles someter a tu voluntad.
Problema 2: El reconocimiento de las facciones que ni están en pro del estado anterior (y no por eso significa necesariamente que estén a favor del nuevo régimen) pero desconfían de la instauración del nuevo.
Grupos tales como el EZLN o en todo caso los narcos, que representan un grave problema a la soberanía sea cual sea, la mafia siempre lo ha sidopor que representa y exige su propia soberanía, elemento que representa un escupitajo al supuesto estado instaurado.
(entiendo soberanía como lo da la RAE: Autoridad suprema del poder público)
Creo que buena parte del problema radica no en la necesidad de un dictador o de buscar que todos vivamos en un mundo rosa o quizá con otros colores, sino en la heterogeneidad de la población que, en teoría, conforma al estado.
Consideren ambos que con un dictador se pierde también la posibilidad de una vida mejor para el estado, pues éste no sólo sacaría a relucir las diferencias que hay entre la población, también las suprimiría todas, sin dar lugar a un posible, aunque lejano diálogo.
Exacto! La solución no es la tiranía, es suponer que el mismo pueblo tiene la capacidad de escapar de ella. Pero eso no es necesariamente cierto.
Hola a todos!
Pues creo que no puse que la solución era la tiranía, o la dictadura
–a lo mejor no hay propuesta porque tampoco hay problema
–pero igual podemos seguirle hasta que relean
–y si le seguimos, que puede ser hasta que se nos acaben los diccionarios ¿cuándo ha sido problema la heterogeneidad para un imperio o dictadura? le funcionó a Roma y a Díaz, unos tenían extranjeros y el otro tenía yaquis, creo que de todas formas no se comprueba que la tiranía no sirve, solo que nos gusta menos.
Más saludos
Pero no sólo la tiranía. Cuando hablaba de ella, estaba pensando en un elemento que provocara catarsis. En todo caso hubiera podido ser un terremoto o algo así. Aunque eso no quita que exista uno que otro vival se aproveche de la situación y quiera generar riqueza de la “catarsis” natural. Como ocurrió hace mucho tiempo con el huracán Paulina en Acapulco, o las inundaciones de Chiapas (que había bodegas repletas de viveres, algunos hasta caducos que no fueron entregados). Allí se supone que si hubo una opinión unánime.
En cuanto a la tiranía, me has hecho pensar… si bien representa una solución a nuestros problemas llamémosle “inmediatos”, como son la corrupción de funcionarios públicos, o la división de la política en facciones de “izquierda y derecha”; recordemos a Mussollini que si bien logró unificar Italia, la sometió a un régimen que al principio fueron aceptando (algunos hasta de muy buen grado), pero poco a poco no pudieron ser capaz de salir sin intervención extranjera.
Sostengo que los problemas a solucionar no son los “inmediatos” sino los que a la larga han estado horadando los cimientos de una supuesta “identidad nacional” que hoy en día es tan válida como el munumento a los “niños heroes” de chapultepec. Pienso que para solucionar ese tipo de problemas, una tiranía no es la mejor solución. Que si bien tampoco te compruebo su invalidez, es cierto, pero la política mexicana tampoco se rige entre la tautología y la contingencia, prefiriendo lo más “verdadera” a modo de ciencia, creo que muchas de las decisiones que nuestros políticos han tomado (como ejemplo la guerra del narco) se basan en la entera contingencia, pues en su mayoría son precipitadas y aspiran, eso sí, al autoritarismo tiránico, pero ni de cerca tienen la posibilidad de unificar facciones al respecto (piensa en la narcocultura).
chale…
democracia…
a veces tiendo a pensar que vivimos, los mexicanos, en la única forma de democracia que podemos vivir: una democracia que es un desmadre. en algunas de esas ocasiones, también pienso en la democracia ateniense (de la cual afortunadamente no tengo mucho conocimiento) y pienso, si aquélla era el gobierno del pueblo, y la mayoría de los hombres que allí vivían no eran hombres libres, sino esclavos y, con todo, Aristóteles decía que era algo así como la forma más vulgar de gobierno que existía, entonces no sé qué pensaría el de Estagira, si pensase que la “democracia” actual pretende ser un gobierno de millones de individuos. Yo creo que si existe una multitud de voluntades en eso que se llama pueblo, entonces lo más natural es que la democracia sea un desmadre. Cualquier intento por hacer que el gobierno no sea un desmadre, terminaría siendo una violencia contra la democracia (sería no democrática) necesariamente, pues se atentaría contra aquello que es característico de la voluntad del pueblo, el ser un desmadre (en tanto no exista una voluntad unificada del pueblo).
En ese caso, lo apropiado no sería tanto ponernos a pensar o a discutir en cuál sería la mejor forma de gobierno o cuáles son las mejores decisiones que éste podría tomar ni nada, sino ponernos a hacer lo que nos correspondiera hacer (como parte de ese gobierno del pueblo que somos cada uno de nosotros), pero qué flojera. mejor sigamos hundiéndonos en discusiones y pensamientos acerca de la mejor forma de gobierno o cuál no, en vez de ocuparnos de lo que nos toca. Igual, así por lo menos, nos lucimos.
Por eso no me gusta pensar en esas cosas, porque es puro desmadre, y luego todos los que creen que no es correcto que sea así, me ven con desdén.
Yo no te puedo ver con desdén, y creo que tienes razón, en especial porque se nota en la democracia que tenemos la naturaleza propia de quienes la conformamos. Cualquier queja contra ésta es una queja contra nuestro amor a la pluralidad y a la individualidad que nos caracteriza como lo que somos.
Agradezco a mis impetuosos amigos lectores sus numerosos comentarios, hacen de esta entrada un serio lugar de debate político. Ni siquiera sé por dónde comenzar a contestar. Principio. Jamás me quejo de que seamos un pueblo oligárquico, pero intento enfatizar la diferencia entre uno democrático, aunque creo que no es tan necesario puesto que es evidente. Más que un dictador o un tirano, concuerdo con JMLevi al decir que lo que se necesita en México es una real catarsis. Con martinsilenus concuerdo bastante, es evidente que una democracia al expresar la voluntad de multitudes se vuelva un caos entero -lo menciono en la misma entrada- creo que es evidente. Así que yo, al menos, no te miraré con desdén.